Tengo
sueño, estoy tan cansado, estoy durmiendo mal, todas las noches se me caen los
brazos por los agujeros que tiene mi cama. Después paso horas buscándolos,
HORAS,
destapo
las frazadas con los dientes y salen sapos luminosos de entre los recovecos,
rojos verdes, amarillos, de luces mortecinas azules azuladas. A mi lado manos
abandonadas
nadan
entre las
olas de las sábanas abatidas por el viento del norte.
A veces
también
me pasa, que cuando llueve,
no sé con
quién llover, mis lágrimas
caen para
arriba
dónde
pasan pájaros
nadando y tratan de atraparlas y comerlas. Es terrible
oír
los
gritos cuando las cazan, desgarradores, hasta los rayos del sol se estremecen y
demora el alba.
Mientras
yo buscando, desesperado, cada noche madrugada me hundo en
los barros
boreales debajo de Cama,
la mantengo atada bien,
a veces tienta huir
(no está domada… de todo)
pero así me gusta así salvaje,
así galopando así toda la
habitación, así así…
con las crines al viento de rayos
de lunas, cuidado, huélanlos bien antes de comerlos, algunos están pasos, por
ventadas con cortinas atascadas... no son buenos esos,
o están,
verdes o pasados, tengan cuidado.
Mucho cuidado…
Y al fin cuando
al fin,
encuentro
brazos,
y me
abrazan
y me
abrazas
y me
abrazo
en tibias rojas brazas desbocadas
que recorren todo el cuerpo mi cuerpo tu cuerpo nuestro cuerpo y el cuerpo de
ella y el de él, cuerpo, y el cuerpo de otra ella y otra y, y, y, y, y todos cuerpos
de la noche se iluminan erectos endurecidos duros recalentados
(y
húmedos)
y ahí,
recién ahí,
me doy
cuenta que no tengo las manos y otra vez a buscar
y es por
eso que no puedo,
y es por
eso que no duermo
y es por
eso, por eso...
que estoy
tan cansado.
...
afuera
llovizna tiernamente
como cuando
esas veces
yo era
chico en la casa de mi abuela y a la hora de la siesta afuera
lloviznaba
tiernamente.
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