Despierte en la mañana
vístase
bese a su esposa
desayune
bese a sus hijos
salga a la puerta y al salir
bese a su perro,
que lo espera.
Salga,
camine,
bese al diariero en la vereda
y a esa vieja vecina,
desdentada,
que siempre esta en la puerta y lo saluda,
bese en la boca;
y a esa vecina hermosa
que mira y coquetea
bese,
en las caderas.
Camine hasta la esquina
besando a los peatones
las mujeres, los hombres...
bese ardorosamente
al cana de la esquina;
y bese
con ternura,
suavemente,
a los niños y las niñas en la frente.
Y si viera sus manos
también bese
sus dedos,
sus falanges,
las uñas, los meñiques,
bese.
Si choca con un árbol
¡No lo dude!
¡BESE!
el tronco,
las añosas arrugas,
en sus hojas,
lo verde,
humildemente bese,
y bese
las palomas
¡sí puede!
Comprenda que la tierra,
está pisada, dolida,
y bese,
con piedad,
sus hondas cicatrices,
las mugrientas heridas...
Súbase al tren
y bese
a todos los que piden
a los niños sin padre
a los hombres que venden
a los ciegos que cantan
a los sordos que gimen
bese
y a todas esas gentes
que se mueren día a día
viajando a los confines
¡BESE!
Bese...
sin fin
sin motivo
por amor
bese.
Bese al viento
los cordones
los carteles
las calles
las veredas
los taxis,
las vidrieras.
Funda de una vez sus labios
deseosos en las puertas
de los bares;
los espejos
de los autos.
Las brillosas peladas
de los paseaperros pelados,
como una madre
BESE.
Los ladrillos,
las paredes,
las colas de los cines...
BESE.
Y si acaso me encuentras
por la calle mientras besas
ni lo pienses
¡BESAME!
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